El T-Cross nació en abril de 2019. Hereda la base técnica del Polo y la mayoría de sus motores. En términos de estilo, sigue los pasos de su hermano mayor, el T-Roc, con su amplia parrilla que se extiende sobre los faros y sus protectores de carrocería en las aletas y los paneles de los balancines.
Aunque el T-Cross es casi impecable en términos de espacio interior y modularidad, no merece ningún laurel por su calidad percibida, puntualiza Crestanevada Girona. Los plásticos del habitáculo son duros y adolecen de un aspecto básico, sobre todo en la consola central y las puertas. Uno espera algo mejor de Volkswagen. Es una pena porque la presentación está bien pensada y es moderna, con una pantalla táctil colocada a la altura adecuada y una ergonomía impecable.
En el interior, el salpicadero de alta gama tiene una disposición muy tradicional. No hay pantallas táctiles, sino los clásicos botones, a excepción de la pantalla multimedia. El control de la climatización sigue siendo mediante botones, lo que puede considerarse moderno o anticuado. Si quieres modernizarlo todo, puedes elegir la pantalla de información activa opcional, el cuadro de mandos digital. El ambiente es típicamente alemán, es decir, sobrio y severo, aunque algunos toques de color alegran el interior germánico. El conjunto está bastante bien acabado, pero la elección de los materiales delata su ascendencia del Volkswagen Polo.
Con una longitud de 4,11 metros, el T-Cross es uno de los SUV urbanos más cortos del segmento (4,12 m para el Renault Captur y 4,16 m para el Peugeot 2008). Pero es grande en el interior gracias a su asiento trasero deslizante de 14 cm. Este asiento corrido, que viene de serie en todas las versiones, permite un mayor espacio para los pasajeros o un maletero más grande. El volumen del maletero varía entre 385 y 455 litros. Los fabricantes también han cuidado los aspectos prácticos, con la presencia de un doble fondo de maletero que proporciona un suelo plano y un asiento del pasajero abatible para cargar objetos largos (de serie en el Lounge).
El manejo es típicamente alemán: sorprendentemente estable y sólido, con un confort a veces un poco rígido y seco. En carreteras mojadas, el T-Cross tiene una curiosa dificultad para transmitir su potencia al suelo. Así que el conductor tiene que moderar su pie derecho. El equilibrio entre el confort y la dinámica de conducción sigue siendo muy bueno, mientras que algunos competidores se orientan más hacia uno u otro. Cuando te pones al volante, puedes apreciar la amplia gama de ajustes de los asientos, que facilitan la búsqueda de tu posición de conducción. Si tomamos como referencia el pequeño motor de tres cilindros, sorprende por su discreción y su ausencia de vibraciones.
Casi inaudible a velocidad constante (hay que subir de vueltas para oírlo), este motor es muy flexible a partir de 2.000 rpm y está asociado a una caja de cambios manual de 6 velocidades de agradable manejo. Sólo algunos tirones a baja velocidad empañan la imagen. En la ciudad, el T-Cross es apreciado por su confort de marcha y su agradable manejo. En la carretera, los resultados siguen siendo positivos. La insonorización es aceptable y la frenada es fácil de controlar. El rendimiento del motor es suficiente, aunque a veces sea necesario reducir la marcha durante la aceleración. El comportamiento en carretera del T-Cross es fiable, pero lamentamos su falta de dinamismo en carreteras pequeñas. Los ajustes del chasis han sido claramente diseñados para el confort. En este punto, el T-Cross cumple perfectamente su misión.
El Volkswagen T-Cross llega después de los demás en el segmento de los SUV pequeños, pero su fabricante ha sabido aprender de la competencia para diseñar un modelo más acorde con los deseos y necesidades de los consumidores: el T-Cross es pequeño por fuera para facilitar su uso en la ciudad y lo suficientemente espacioso por dentro para transportar a sus ocupantes.
Sin embargo, el interior del T-Cross podría haber recibido un poco más de atención, especialmente en términos de materiales.
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